divendres, 16 de gener del 2009

Ruido: entre la civilización y la barbarie.

Mientras que el Ayuntamiento de Madrid que ya en su día creó la brigada contra el ruido va a instalar ahora medidores acústicos a la puerta de los bares con amenaza de expropiación a los ruidosos (bravo por el Alcalde), el de Baiona, en Galicia, ha decidido suprimir las sanciones por ruido a bares y discotecas y derogar la ordenanza municipal contra el ruido, vigente desde 2004 con el anterior consistorio sociata. O sea, el Ayuntamiento de Madrid vela por el descanso y la tranquilidad de los ciudadanos en contra de quienes hacen caja martirizándolos a decibelios; el de Baiona, en cambio, se pasa por el forro la tranquilidad de los vecinos y antepone los intereses de los dueños de chiriguitos ruidosos uno de los cuales es, según denuncia la oposición, un conocido militante del PP propietario de un local reiteradamente denunciado por ruidos y padre de la concejala de urbanismo, vaya por Dios.

Como quiera que ambos ayuntamientos están gobernados hoy por el PP hay que colegir que su diferente actitud frente a la contaminación acústica no depende de orientación alguna del partido sino del nivel de civilización o barbarie de los ediles y, según parece, el diferente grado de amiguismo, enchufismo y caciquismo que reina en los dos consistorios.

¿Nadie puede parar la indignante alcaldada del regidor de Baiona? Habiendo como hay jurisprudencia al respecto, ¿no es posible acudir a los tribunales? La contaminación acústica es un delito, por el cual ya hay gente cumpliento condena de prisión en el país y si el baranda de Baiona renuncia a perseguirlo como es su deber y hasta lo ampara y fomenta, los vecinos deben querellarse contra él y conseguir que lo condenen.

Ni un paso atrás en la lucha contra el ruido, odioso delito al que recurren los sinvergüenzas y granujas para enriquecerse a costa del sosiego y la tranquilidad de cientos, a veces miles de personas.

(La imagen es una foto de TheCX, con licencia de Creative Commons).