divendres, 21 de juny del 2013

Hay que defenderse.


La invasión publicitaria. La publicidad está haciéndose muy agresiva en la red. Abres una pantalla con Firefox y se despliegan dos o tres más, invitándote a jugar en un casino o a aprender alemán. Lo anuncios se cuelan en la tripas de Blogger. Cuando te pones a trastear con la configuración aparece algún anuncio de computadoras sobrepuesto a tu pantalla, aunque transparente. ¿Y qué me dicen de esa nueva costumbre de minar los textos con hiperlinks? Estás leyendo un artículo de un periódico o tu propio post y aparece una palabra del texto, por ejemplo, "barco", resaltada como hiperlink. Si pinchas te lleva a un portal de alquiler de navíos. Aquí mismo hay dos que yo no he puesto; se han puesto "solos". Los trucos para llamar la atención son infinitos. Navegar está convirtiéndose en sortear la omnipresente publicidad. Seguramente es la base de financiación de la red y cada vez lo será más. Pero es extraordinariamente enojosa.

Espías. Y si la publicidad está en todas partes (durante tres años, al parecer, la parada de metro "Sol" se llamará "Vodafone Sol"), no digamos ya el espionaje. Los gobiernos vigilan la red, tratan de censurarla, la rastrean en busca de posibles delitos, ciberdelitos, que hay muchos. Acumulan informaciones, datos, sobre todos los ciudadanos. Vivimos permanentemente vigilados, escrutados por los poderes públicos. Si quieren lo saben todo sobre nosotros. Hoy casi todo el mundo usa el correo electrónico para ventilar sus asuntos, desde los oficiales a los más íntimos, desde una solicitud de licencia de obra hasta una declaración de amor. Y esos mails andan flotando por ahí, almacenados en los servidores, depositados en la nube en donde las agencias de espionaje pueden monitorizarlo, espiarlo todo. Por no hablar de la información que las redes sociales (en este caso Facebook) tienen en almacenamiento. 

La CIA tiene una red de espionaje global. Además, se permite el lujo de hacer que las grandes plataformas, las inmensas redes sociales, los gigantescos buscadores, Amazon, Twitter, Facebook, Google, eBay, trabajen y espíen para ella y que le pasen información. Cuando menos, lo intenta. Ese arrepentido de la CIA, Edward Snowden, que ha puesto en evidencia el aparato de espionaje de la Agencia a sus compatriotas y a todo el mundo, es otro héroe de nuestro tiempo, al estilo de Asange. Son los que revientan las claves secretas del poder y dan a la luz sus numerosas fechorías. El secreto de Estado en sociedades democráticas no cuela. Esa rebelión de las redes, de internet, contra el despotismo del Estado, incluido el supuestamente democrático, es el más interesante fenómeno de nuestros días. Las redes vigilan los poderes, los critican, los denuncian , algo antes inimaginable. Las redes es donde se articula la defensa de la ciudadanía contra las extralimitaciones del poder. Que sepan los espías que los espían y sus trabajos y afanes se expondrán a la luz pública. 

La resistencia. Los episodios de Turquía y el Brasil tienen muchos elementos en común. Y con otros anteriores. En una época en que las viejas tácticas revolucionarias de lo motines callejeros, los pronunciamientos, las insurrecciones y los enfrentamientos civiles, ya no parecen posibles porque los poderes cuentan con unas fuerzas de represión muy eficaces, el recurso a la movilización masiva reiterada, lo ocupación de los espacios públicos, son tácticas nuevas que han venido aplicándose desde la primavera árabe de 2010 y han servido para derribar gobiernos, habiendo degenerado en bastantes lugares, como en Libia o Siria, en guerras civiles. 

Son movimientos nuevos de defensa y de resistencia ciudadana frente a los cuales las reacciones de los gobiernos suelen ser de desconcierto. Lo indudable, sin embargo, es que serían imposibles sin la red, que se dan en el ciberespacio. No se trata de la cuestión, manifiestamente retórica, de que la revolución no pueda hacerse solamente en las redes sino de la comprobación de que las redes son instrumentos potentes de la revolución.