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dimecres, 9 de maig del 2018

"Malhaya quien nace yunque"

Hace unos años se celebraba a bombo y platillo el fin del "bipartidismo". Se acabó el turnismo de la derecha y la izquierda, o seudoizquierda, falsa izquierda, centro izquierda, y hasta derecha civilizada según quien juzgara. El caso era que se había acabado. El bipartidismo daría paso a un multipartidismo, reflejo de la variedad popular. 

Algo de esto ha habido, cierto tumulto multipartidista a la sombra de un partido dominante, el PP, pero ya los sondeos permiten avizorar un horizonte curioso. El bipartidismo derecha-izquierda se convierte ahora en otro derecha-derecha. Las izquierdas, arrumbadas en el trastero de la irrelevancia. 

Con la experiencia del gobierno del PP y la promesa de C's, que es más antisocial que aquel (y ya es decir), cualquier observador exterior, uno venido de Marte por ejemplo, concluiría que el electorado español es masoquista. Le gusta que le roben o que lo exploten y, en todo caso, que lo expriman. O sea, que ha nacido yunque. Pero eso será porque el observador, siendo de Marte, no se entera. Bastará con hacerle ver las alternativas, PSOE y Podemos para que el marciano comprenda la racionalidad del comportamiento electoral de los españoles. 

Según la doctrina oficial, sostenida por los partidos dinásticos, por las fuerzas vivas de toda índole celestial o secular, por los medios de comunicación y otros centros de adoctrinamiento, como las fundaciones, los thinks tanks, las universidades, los intelectuales y las celebrities, España es un Estado democrático de derecho en el que hay libertad de expresión y todos tienen las mismos derechos. Esos presos políticos que dicen que hay no lo son sino políticos presos. Fin de la cita. 

Si todos los partidos tienen también las mismas posibilidades, sin duda la incapacidad de las izquierdas para alcanzar los primeros puestos en la intención de voto, aparte de cuestiones menores, radicará en la de inadecuación de su discurso a las preferencias del electorado. 

Las preferencias del electorado están impregnadas de Catalunya. El factor catalán explica la conservación del bipartidismo y su carácter de derechas. La dureza con el independentismo da réditos en España sobre todo porque viene avalada por el éxito de C's en Catalunya, en donde es el más votado, asunto que eriza el vello a los indepes. El éxito catalán avala a C's que va como un cohete a la hegemonía de las derechas, presto a hacer realidad un hecho pintoresco: el primer presidente de gobierno catalán después de Prim (sin contar los de la I República) será un catalán anticatalanista. 

C's y PP, bloque nacional español pata negra y camisa azul. A distancia les siguen el PSOE y Podemos, hecho unos zorros en su interior precisamente por la cuestión nacional, esa que atribuye a las "corruptas" burguesías. En el PSOE, el nacionalismo español es tan intenso como en el PP, pero le falta la pata negra del nacionalcatolicismo, aunque algunos de sus líderes son verdaderos zampahostias. Pero hay mucho masón ahí, y ateos y descreídos y febles defensores del imperio. No son de fiar estos socialistas que hasta tienen un partido socialista catalán. 

Lo de Podemos, a quien este sondeo del CIS trata muy bien no tiene arreglo. La posibilidad de nuevo tentadora del sorpasso, música celestial a oídos de los tiempos heroicos de IU, tampoco acaba de materializarse. Hasta la actual dirección del PSOE se ha dado cuenta de que la batalla por la hegemonía de la izquierda también se librará en Catalunya. A pesar de sus veleidades sociales, su nacionalismo español es mucho más convincente que el de Podemos, obligado a armar un discurso con elementos contradictorios en el terreno nacional que suena confuso a los oídos de los españoles mucho españoles aunque sean de izquierdas.

Así que, visto el panorama general, la pregunta de por qué vota el electorado mayoritariamente a la derecha solo tiene una respuesta: porque la prefiere a la izquierda. 

Admito que esto parece no tener cuenta del peso del monopolio práctico de los medios de comunicación por las derechas. Habría mucho que hablar al respecto pero tampoco las izquierdas han hecho valer aquí su mayoría respecto a los medios públicos de comunicación. 

España será gobernada por una coalición de hecho de los dos partidos de la mayoría (cosa que ya tienen) y la oposición de los dos de la izquierda. Todos ellos, a excepción de algunos diputados de Podemos, como los anticapis por ejemplo, cerrarán filas en el bloque dinástico nacional frente a Catalunya. 

dissabte, 19 de desembre del 2015

Reflexionando

Los partidos, dice El País, cierran la campaña sin hablar de pactos. Naturalmente; con los vaticinios de las encuestas que ponen a los cuatro mayores entre el 15 y el 25% a cada uno y más de un 30%  de indecisos nadie puede saber qué representación tendrá, qué porcentaje de votos y escaños y, en consecuencia, aventurar posibles coaliciones sería imprudente. Bueno, se dirá, pero las coaliciones no solo se miden en porcentajes sino también en proximidades y lejanías ideológicas. Eso se dice pero no sé si se hace. Verdad es que las pocas referencias a los posibles pactos han invocado siempre razones políticas. Tanto el PP como el PSOE rechazan de plano una gran coalición, al estilo de algunos países europeos, singularmente Alemania y Austria. Lo hacen escandalizados, como si se les mentara la bicha, de forma poco convincente. En Europa los partidos socialdemócratas pueden gobernar con las democracias cristianas. El problema, quizá, sea que el PP no es demócrata cristiano sino un partido de derecha extrema. Las otras cuestiones, como que también sea un partido corrupto son determinaciones muy españolas y que explican algo la vehemencia del rechazo a la gran coalición.

A su vez. C's ha dado un giro notable, disponiéndose a permitir el gobierno del PP en función de la idea de que gobierne el partido más votado, la peregrina ocurrencia de Rajoy. Ya hemos señalado en otra ocasión que, mientras la Constitución española incluya la moción de censura constructiva, la lista más votada solo podrá gobernar si la otras fuerzas parlamentarias se comprometen a no recurrir a ese instituto, una situación tan absurda que en efecto solo puede habérsele ocurrido al de los sobresueldos.

Los últimos sondeos indicaban una estabilidad del PP y un paulatino descenso de C's lo cual se decía, preocupaba al PP que veía un posible gobierno de coalición de izquierda, especie de temible soviet bolchevique. Sí, el descenso de C's era visible en los últimos tiempos, a medida que se conocían los aspectos más oscuros del nuevo partido en cuanto a financiación, orígenes y organización y, sobre todo, a medida que se afirmaba la remontada de Podemos. Se confirma así la interconexión del electorado del uno y el otro. Bajar Podemos y subir C's equivale al hecho de que, cuando Podemos sube, C's baja. Sus votantes son intercambiables. Quizá por eso diga Rivera que se abstendrá con posibles gobiernos PP o PSOE pero será beligerante en contra de uno de Podemos.

Cabe decir que la derecha va a la baja, mientras la izquierda va al alza. Casi parece como si la única opción real de gobierno de la derecha fuera una coalición tripartita nacional de PP, PSOE y C's para defender a España frente al independentismo catalán. Los socialistas, muy indignados, la consideran de todo punto imposible, pero, llegado el momento de invocar la salvación de la patria y la unidad de España, a las que tan sensibles son las tres fuerzas, sería cosa de ver si se mantendrían en la negativa.

La izquierda está al alza. Evidente en el caso de Podemos. Las elecciones catalanas del 27 de septiembre -que hoy parecen tan lejanas como la batalla del Ebro- marcaron el punto más bajo de la popularidad del partido morado y lo que impulsó a su líder a encabezar la remontada, que parece haberse producido. La dirección emplea ya una retórica de ciclo e Iglesias asegura estar listo para liderar una "nueva transición  en nuestro país". Varias veces hemos señalado la afición de Podemos al plagio y en esta ocasión no defraudan. Eso de la otra transición es lo mismo que la segunda transición de Aznar. Pareciera haber una diferencia en el hecho de que Iglesias parte de cuestionar y rechazar la transición de 1978 mientras que Aznar la venera y la pone de ejemplo. Pero eso es solo aparentemente. En la intimidad Aznar abominó en su día de la transición y abomina hoy, al igual que los de los círculos. La contracara de la retórica es la capacidad real de movilización de Podemos. En las redes es muy alta porque sus partidarios están en las edades de usuarios habituales de internet. En la asistencia a mítines y actos colectivos, también. Pero eso no se traduce después en votos al mismo nivel. La participación en las elecciones internas es bajísima y el porcentaje de voto real en las otras tres elecciones habidas este año tampoco pasa de moderado tirando a bajo. El PP maneja sondeos que los sitúan los segundos en intención de voto. En intención. Veremos mañana.

La otra izquierda al alza es IU. Ha tenido muy poco tiempo y se ha visto sistemáticamente preterida, olvidada, ninguneada cuando no directamente censurada y, sin embargo, ha ido estimulando los decaídos ánimos del viejo PCE y su disfraz de IU. A mi entender ello se debe al mutis por el foro que ha hecho Anguita y la revelación de una candidato con verdadero peso, categoría y capacidad, como Garzón. A pesar de los obstáculos, la campaña de Garzón ha movilizado mucho voto desencantado, aburrido, abstencionista de IU (también hay abstencionistas por hastío en la izquierda) y, poco a poco, ha ido haciéndose visible una opción electoral que las otras fuerzas habían condenado al ostracismo y que puede dar algún juego en el próximo parlamento. Con razón Podemos insistió en quedarse con el joven economista pero rechazando la coalición de cenizos de IU. Muchos miembros de esta federación se pasaron a Podemos en peripecias puramente personales. ¿Por qué no Garzón, pieza codiciada? Porque es hombre de palabra y debió de pensar como lo hizo hace muchos años el socialista norteamericano Eugene Debs: quiero ascender con las filas de los míos, no desde ellas. Y la gente está respondiéndole, le llena los aforos.

Entre Podemos e IU ni soñando se compone gobierno. Habrá que echar mano del PSOE. Todos los sondeos venían últimamente señalando descenso de este, pero estaban hechos antes del debate de la Sexta en que Sánchez llamó indecente al presidente de los sobresueldos delante de nueve millones ochocientos mil españoles. Para mí, eso aumentará el voto socialista, conjuntamente con que Sánchez hable de un "tridente" (que es pieza normalmente más grande que una "pinza") en contra del PSOE. Esta presunta tendencia al alza de los socialistas (que movilizarán el voto remiso y hasta el oculto) se ampara asimismo en el hecho de que es único partido sobre el que puede pivotar cualquier forma de coalición. Solo el PSOE puede entrar en todos los pactos. Por supuesto, al margen de lo que cada uno pensemos que debiera ser el pacto mejor. Por ejemplo, Palinuro reitera que su opción es un tripartito de la izquierda en la mejor forma que pueda conseguirse, pero no ignora las voces socialistas partidarias de un entendimiento con las derechas a nada que las circunstancias lo justifiquen.

Lo esencial aquí es que el PSOE es presencia obligada a todas las coaliciones porque los demás partidos no tienen capacidad para forjar una sola en ausencia de los socialistas. Una alianza de la derecha (PP y C's) no alcanza el apoyo suficiente y el añadido de Podemos es impensable. Impensable no quiere decir que sea imposible pues en política es posible hasta lo impensable, pero mucha probabilidad no tiene. IU, a su vez, no entra en consideración salvo en la posible alianza de la izquierda. Si esto es algo suficiente para dar al PSOE la mayoría mañana se verá en su momento. Pero sí debiera ser suficiente para esperar del PSOE una aclaración sobre si estaría dispuesto a entrar en una coalición de gobierno sin tener la presidencia. Eso mismo también debiera preguntarse a Podemos. El país necesita un gobierno de izquierda sin narcisismos.

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Cataluña.

En cuanto a las generales en Cataluña. todos los partidos catalanes que son sucursales de los españoles tienen clarísimo a) que irán a votar; b) que votarán por sí mismos, las diversas formas del unionismo, incluida la fórmula del referéndum que proponen los de En Comú-Podem porque, al margen de otras consideraciones sobre su autenticidad, no podrán conseguirlo del gobierno español.

Son los partidos del bloque independentista los que albergan más o menos intensos debates sobre la conveniencia de votar en las generales. Para muchos indepes, votar en unas elecciones españolas carece de sentido porque es votar en las elecciones de un país vecino. Es respetable el punto de vista e indica un independentismo genuino, pero no muy acertado. Los indepes deben votar en las elecciones españolas precisamente porque España no es un país vecino ya que, si lo fuera, no podrían votar en absoluto quisieran o no, como no pueden votar en Francia. Y, para conseguir que España sea tan vecina como Francia, es necesario de momento votar en sus elecciones.

La CUP no se presenta a las elecciones de mañana y pide la abstención. Esa abstención alimentará las posibilidades de los demás candidatos... por igual, de los unionistas y de los independentistas y eso no parece lógico procedente de una organización que es independentista y, no queriendo hacer política, tiene otras opciones independentistas por las que votar..