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divendres, 4 de març del 2016

¿Quién nombró a Blesa presidente de Caja Madrid?

Ayer, las gentes de Podemos, muchas de ellas, empezando por sus líderes, procedentes de IU, respondían a las críticas que se les dirigían por haber relacionado a Felipe González personalmente con la cal viva afirmando que la verdad es la verdad y no tiene por qué molestar.

Pero esa relación personal entre González y la cal viva no es verdad, pues no está demostrada ni documentada en modo alguno. Y, mientras no lo esté, no pasará de ser un infundio o, incluso, una calumnia. Los rumores, los infundios, las calumnias, no se convierten en verdades porque se digan muchas veces y a gritos y, como decía ayer González, retratan a quienes recurren a ellas. Porque, quien acusa sin pruebas es un difamador o un calumniador. 

Verdad, en cambio, probada y demostrada y documentada para quien quiera comprobarlo en las hemerotecas es que a Blesa (el de las preferentes y las tarjetas black) lo nombró Aznar en 1996 gracias a los votos de CC.OO e IU, dirigida entonces por Julio Anguita. Eso no es un infundio; es una verdad.

Los votos de IU fueron decisivos para descabalgar al presidente anterior, Jaime Terceiro, un hombre honrado y poner en su lugar a Miguel Blesa. Sin los votos de IU, Miguel Blesa, el amigo de Aznar, no hubiera podido ser presidente de Caja Madrid y la caja no hubiera sido expoliada ni hubiera sido necesario rescatarla con el dinero de todos, ni se hubiera podido estafar a decenas de miles de personas. Eso es una verdad. No un infundio.

Inmediatamente de ser nombrado presidente, Blesa concedió el 87% de los créditos a partidos, a IU dirigida por entonces por Anguita. Eso es otra verdad. No un infundio.

¿Por qué CC.OO. e IU apoyaron la política de Blesa en Caja Madrid? Pues compruébenlo ustedes porque no es un infundio sino una verdad.

Y eso que no había pinza. Como ahora, que tampoco la hay.

dissabte, 16 de gener del 2016

La aporía de la unidad

Cuando, en la misma noche electoral del 20D, Palinuro advirtió de que pasaría lo que hoy trae en portada El País, se le echó encima la legión de trolls de Podemos con la habitual sarta de improperios de linchaflautas.

Esa misma noche, Iglesias daba la interpretación canónica y falsa del resultado electoral: Podemos = 69 diputados y tercera fuerza política. Algo había que decir para disimular la verdadera situación: 42 diputados (los otros 27 eran de las franquicias locales) y de sorpasso al PSOE, nada. Una derrota en toda línea en comparación con las expectativas. Desde entonces, las terminales mediáticas de la formación morada -Público, la Sexta- y los fieles creyentes siguieron con la patraña con fervor doctrinal: 69 diputados. Y quien dijera lo contrario era un fementido traidor, un envidioso, un facha, un... En fin.

La dura realidad se ha impuesto y, aunque lo intentaron, los de Podemos no consiguieron los cuatro grupos que necesitaban vitalmente para que el conflicto en su seno no estallara y se hiciera patente. (De todo esto ha dado cuenta Palinuro en posts anteriores). De ahí el exabrupto de Iglesias cuando finalmente le dijeron que no: era el fin de la patraña del 69. Una patraña típicamente española y no de vieja política sino antediluviana: el adalid de la España plurinacional es incapaz de reconocer esa plurinacionalidad en su propia casa. Como siempre: se venden recetas que no se tienen, pieles que no se han cazado, fantasías, castillos en el aire.

Aquí cabría una pequeña consideración aquilatando lo que realmente han traído de nuevo a la esfera pública española estos innovadores. Muy poco. Nada. Llaman comunicar a contar mentiras e invenciones; los análisis independientes no se escuchan y se pretende ahogarlos con manadas de trolls rabiosos; los discursos del mando están alimentados de propaganda y falsedad; la autocrítica no existe y la crítica es pura conveniencia táctica; solo cuenta el efecto mediático inmediato; autenticidad, sinceridad, verosimilitud: cero. 

Pero no merece la pena. Esta legislatura no ha hecho sino arrancar. Habrá más ocasiones de hablar. De hecho, ya vuelve la canción unitaria que acunó los primeros vagidos de estos guerreros de la nueva política en la vieja IU. En Oviedo, algunos cargos de Podemos, que sienten la querencia unitaria celebran una reunión  con los restos del pecio comunista y algunos de sus más gloriosos capitanes, como Anguita, Gerardo Iglesias y Manuel Monereo, todos ellos en busca del sempiterno Eldorado de IU, esto es, la formación de una alternativa unitaria (la unidad jamás desaparece de los discursos de estos escisionistas compulsivos) a la fementida socialdemocracia. 

Es de esperar, por el bien de Podemos, que esta reunión de comunistas y excomunistas se reduzca a amargar el fin de semana a Llamazares porque, como vaya más allá y crezca y se plantee una unidad real con tan recalcitrantes fracasados, los 42 diputados de Podemos de ahora pueden no llegar a la veintena  en las siguientes elecciones y la casta solo les habrá durado una legislatura.

dilluns, 4 de gener del 2016

Repensar ¿qué izquierda?

Ignoro cuántos de esos izquierdistas convocados aparecerán finalmente en la reunión garzoniana del día 9 para "repensar la izquierda", aunque barrunto que pocos. Como están las cosas Garzón podrá darse con un canto en los dientes si acuden militantes y simpatizantes de IU y del PCE y no todos porque algunos están muy enfadados con él, pues lo acusan de liquidacionista. 

Aparte del galicismo bastante insoportable del "repensar" (en español decimos "volver a pensar") la convocatoria respira esa vieja manía comunista de constituir "la izquierda" en un monopolio, siendo el dueño el convocante. Eso y una evidente falta de respeto a las otras formaciones de izquierda, singularmente el PSOE y Podemos. La desconexión con la realidad es tan notoria que quien ha obtenido menos de un millón de votos, considerándose representativo de una fantasmagórica mayoría social o cívica, niega el carácter izquierdista de otras formaciones a quiene han votado más de diez millones de personas pensando que votaban a la izquierda. En verdad, Garzón no debe esforzarse por "repensar la izquierda". Basta con que se esfuerce en pensar él. Simplemente.

Dedicado a esta tarea, nuestro hombre ha publicado un artículo, la izquierda en la que yo creo, especie de manifiesto personal que no es desdeñable, aunque, a fuerza de que no se le note bandería o afición alguna, resulta tan etéreo y general que probablemente podría suscribirlo todo el que lo lea, incluidos, por supuesto, los que votan al PSOE y a Podemos y sus confluencias de taifas. Como buen marxista, Garzón reitera la misión de la 11ª tesis sobre Feuerbach, del autor de El Capital, pero se queda en la primera mitad: "hasta ahora, los filósofos han interpretado de formas distintas el mundo." Garzón parece creer que todavía queda mundo por interpretar y de ahí su artículo. "De lo que se trata", añadía Marx, "es de cambiarlo." Eso falta en el escrito del joven diputado pero no le importa porque él es de IU y, aunque pretende "repensarla", solo es para aumentar su peso como izquierda "transformadora". 

Y aquí es donde está el problema. IU lleva decenios llamándose transformadora, pero no ha transformado nada. Y ahora, con menos de un millón de votos y dos diputados, todavía podrá transformar menos. Para ser más exactos, nada. 

En otras ocasiones hemos señalado que el problema de IU (y el de Garzón ahora) no es IU, sino el PCE. Por mucho que Garzón quiera "repensar" la izquierda, mientras el intento tenga detrás al PCE del que él es militante, no irá a ningún sitio. Parece mentira que gente que parece lúcida, como este Garzón, no sea capaz de ver lo que ven todos: que el comunismo ha sido un fracaso estrepitoso en el mundo entero y que los partidos comunistas no ganan jamás elecciones en parte alguna si se presentan como tales, razón por la cual lo hacen disfrazados y, aun así, obtienen unos resultados patéticos. 

¿Por qué sigue habiendo comunistas? Y no comunistas como los de las utopías al estilo de Moro o de Campanella, sino de esos positivistas que declaran estar en posesión de una doctrina, el marxismo, a la que consideran pura ciencia. Pertrechados con ella o un vademécum para andar por casa, se consideran capaces de explicar el mundo a pedir de boca y orientar la acción hacia la revolución, como puede verse por su clamoroso triunfo universal. ¿Por qué sigue habiendo comunistas? Pues por la misma razón por la que sigue habiendo mitraístas, templarios o rosacruces; porque el espíritu humano es insondable. 

El momento del comunismo pasó hace ya muchos años y cuanto antes se percate Garzón de ello, mejor para él. Dejó, por cierto, un rastro abigarrado y confuso, hecho de crímenes y heroísmo, de barbarie y generosidad, de torturadores y torturados porque, como toda manifestación humana, fue un híbrido de gloria e infierno. No hay posibilidad alguna de revivir esa momia por mucho y muy concentradamente que lo "repiense" Garzón.

Una última consideración: los núcleos irredentos del comunismo suelen calificarnos de "anticomunistas" a quienes sostenemos que su doctrina es una antigualla que no se tiene de pie y lo mejor que pueden hacer es olvidarse de ella. No es ilógico. También hay anticapitalistas, antifascistas, anticlericales y varios "antis" más. Todos entendemos que cualquier doctrina tendrá adversarios, con el mismo derecho a vivir y expresarse que los partidarios, a veces, más: hay machistas y antimachistas, esclavistas y antiesclavistas. ¿Por qué no comunistas y anticomunistas? Porque los comunistas utilizan el término "anticomunista" como una descalificación en sí misma. Basta con llamar a alguien "anticomunista" para que se entienda que no es de fiar, que tendrá intereses inconfesables o será un vendido o un criminal en potencia. Suele completarse el término con el adjetivo "visceral". Un anticomunista visceral es un ser problemático, escasamente humano y probablemente irracional. El otro día, uno de estos administradores de la verdad eterna me llamaba anticomunista de taberna lo cual, obviamente, roza el delirio. Esta terminología y semántica absurdas son reliquias de los tiempos ya lejanos en los que el comunismo todavía pintaba algo y gozaba del escaso prestigio que le daba su gigantesco aparato de propaganda. Porque eso es lo único que el comunismo ha hecho a mansalva: propaganda. Y en sus ecos alucinados viven hoy sus prosélitos.

dissabte, 2 de gener del 2016

Morir muriendo

Ayer sucedió algo insólito. "El País" traía una crónica de soponcio titulada Alberto Garzón pone fin a Izquierda Unida y creará un nuevo partido. La firmaba Elsa García de Blas, que es periodista competente y sabe normalmente de lo que habla. No cita fuentes concretas, sino que se refiere vagarosamente al "entorno" de Garzón. Como quien tira una piedra a un estanque, saltaron todas las ranas en Twitter y el propio Garzón tuiteaba un signo de interrogación, como diciendo que no sabía de dónde había salido la noticia. Inmediatamente subía un curioso desmentido en su cuenta de Facebook, titulado ENÉSIMA NOTICIA DEL "FIN DE IU", en el que se queja de que a IU la han dado ya por muerta media docena de veces, que eso no es casual y que IU resiste porque la izquierda nueva y transformadora se aglutina en su seno.

Cualquiera esperaría a su vez una explicación de García de Blas. Pero esta no se produjo porque todo el mundo vio que la aclaración de Garzón no era un desmentido sino una especie de confirmación subrepticia y vergonzante de que IU tiene los días contados, como informa la periodista de "El País". El mismo Garzón lo confirma: cree que hay que sacar conclusiones de los malos resultados electorales y que en la próxima asamblea IU reflexionará sobre IU. Cuando, en política, alguien "reflexiona" sobre sí mismo es para hacerse el hara-kiri.

Así lo entendieron luego los medios al decir que Garzón confirma que IU debate cómo conformar una nueva “herramienta organizativa” para la izquierda. O sea, en definitiva, que IU, en efecto va directa al desguace. El propósito es aprovechar ese casi millón de votos de las pasadas elecciones para poner en pie algo distinto (desde luego, algo que no se llame IU) que pueda confluir con Podemos y, si tal cosa sigue sin ser posible por la intransigencia del partido morado, pueda presentarse a las siguientes elecciones generales. 

En principio la idea no es mala. Es lo que haría cualquiera con los resultados de IU, cambiar de nombre, de discurso y, al menos formalmente, de producto. Pero no está claro que salga. Cambiar el nombre de IU por otro no será difícil. Aunque se le hayan cantado ditirambos sin cuento como la izquierda "verdadera", "transformadora", "radical", etc., en el fondo nunca consiguió tener una imagen definida ni obtuvo un apoyo en el electorado que le permitiera algo más que hablar de vez en cuando en el Parlamento mientras sus señorías se iban al bar. Así que poca gente derramará lágrima alguna cuando las heroicas siglas pasen al museo de la historia, junto a la rueca y el uso, como decía Engels que pasaría el Estado tras la revolución proletaria. 

Pero el problema no está ahí. El problema está en el Partido Comunista de España (PCE), del que IU no es más que un disfraz. La cuestión que se plantea ahora es si hay que cambiar de disfraz o también de disfrazado. Poner en marcha otra organización-paraguas como IU, aunque se llame CUP (ganas no le faltan a Garzón, que habla de "unidad popular") no servirá de nada si su núcleo irradiador es el PCE de siempre. El problema es el PCE, del que parece que Garzón es militante. O sea, el problema lo tiene él consigo mismo, pues le costará admitir algo que es una evidencia prácticamente en todo el planeta: el comunismo no prospera en parte alguna y, o no existe o es irrelevante. Si Garzón quiere mejorar sus resultados electorales no solo tiene que acabar con IU; tiene que acabar con el PCE. Tiene que matar al padre, lo que siempre es complicado.

A su vez ya puede esperarse una reacción contraria a sus planes en IU pero, sobre todo, en el PCE. Habrá una vieja guardia de temple leninista que se negará a desaparecer tan tristemente (y, sobre todo, se negará a perder sus puestos y cargos) y, según como ande de memoria, condenará el intento de Garzón como un ejemplo de liquidacionismo, una de aquellas desviaciones de la línea bolchevique correcta que condenaban a sus culpables al anatema, ostracismo y quizá algo peor. 

El resultado promete ser la enésima trifulca en IU y PCE en la que, al final, un núcleo duro leninista, quedará de guardián integérrimo del espíritu revolucionario marxista-leninista mientras que otros, seguramente con Garzón a la cabeza, constituirán una nueva organización que, ya libre del estigma comunista, podrá confluir con Podemos, la organización que corta el bacalao en la izquierda. 

El problema puede ser que, al desaparecer prácticamente el PCE, Podemos quede ocupando su lugar y el de IU y acabe obteniendo los mismos resultados electorales de estos. De momento, no ha habido sorpasso del PSOE y los 69 diputados de que Podemos alardea, seguros, seguros, solo están los 42 suyos.

Con todo, a pesar del interés de Podemos por venderse como ganador de unas elecciones que no ha ganado, está claro que no ha habido sorpasso del PSOE. Pero eso no quiere decir que no pueda haberlo, según la cantidad de disparates que sigan haciendo sus dirigentes que parecen haberse embarcado todos en la nave de los locos. Sus resultados electorales han sido malos pero ahora, tanto su secretario general como lo barones, singularmte la señora Díaz, los dirigentes y los jubilados de oro están tratando de empeorarlos.

dijous, 31 de desembre del 2015

Los fuegos de artificio son efímeros

Vuelve Garzón por la querencia de la unidad de la "izquierda a la izquierda del PSOE", la única capaz, según sus cálculos, de efectuar el sorpasso del PSOE que Podemos no ha logrado. El viejo sueño internacionalista (de la IIIª Internacional) de desenmascarar y hundir en el oprobio a la fementida socialdemocracia... para ponerse en su lugar. Son ya casi 100 años esperando pacientemente a que esa mayoría social perpetuamente invocada se convierta en mayoría de votos, lo único que cuenta en democracia, malhaya. Pero está vez, Garzón ha echado los cálculos y, sumando IU a Podemos y tomando ejemplo de la confluencia gallega y la catalana le dan más diputados de los que tiene el PSOE. Sorpasso hecho. El heredero espiritual de Anguita quiere regresar a casa del padre con la cabeza de su enemigo en una bandeja. 

Podemos, en donde la idea de la confluencia con IU, o lo que quede de ella, no hace la menor gracia está en el compromiso de explicar por qué confluye con IU en unos sitios y en otros, no. Y no puede porque la verdad es que confluye con IU allí en donde IU es prácticamente invisible. Es un problema de notoriedad. Si la IU nacional, residente en Madrid, se hiciera ver y oír menos, quizá también confluiría. El requisito es que no se note. Porque confluir con IU implica hacerlo con el PCE, un partido con tan poco tirón electoral que pasa los años oculto en alguna caverna en estado de hibernación alma de unos entes magmáticos y confederales, como IU, cuya ejecutoria electoral a lo largo de la segunda restauración ha sido muy discreta por lo mínima y silenciosa. Habla siempre de las mayorías sociales, pero ni las huele. En Podemos produce terror. Encuentran mucho más conveniente para ellos que IU se presente por su cuenta con la misión de perder las elecciones en la más acendrada tradición comunista. Ello le permitirá, además, presentarse como una fuerza de izquierda verdaderamente nueva, nada contaminada con los hábitos de IU, en la que muchos de ellos militaron en sus tiempos juveniles.

Pero tampoco le será fácil la unificación/confluencia con Podemos porque en su propio campo cuenta con una fuerte contestación. Sobre todo en el PCE que solo retorna a la vida para plantear problemas y teme que en esa estrecha confluencia que ilusiona a Garzón, sus corazones se fundan tanto que se derrita el acorazado Potemkin, en el que está embarcada la dirección comunista española desde 1919. Ninguno de ellos, IU o su llama interior, quiere confluencia con Podemos porque, como en las pelis del Oeste cuando llega la ley, los pistoleros tienen que dejar la artillería a las puertas del saloon y entrar de uno en uno como individuos, cuasi mónadas, que pierden sus estructuras de partidos. Como le sucedió a Izquierda Anticapitalista, que hubo de disolverse en la solución general del Podemos, aunque sus fieles sigan teniendo relaciones particulares en las catacumbas. Están dispuestos a confluir, pero no a desaparecer, al menos el PCE, que tiene una, según dice, gloriosa historia a sus espaldas y le molesta salir del escenario sin dejar por lo menos un museo o algo así.

Pero ne se apure Garzón. Es posible que el arduo trabajo de la confluencia se facilite notablemente si por fin se clarifica de una vez cuántos diputados reales, no imaginarios ni figurados, tiene Podemos. Según la propia organización tiene 69 y no algo más de tres millones de votos sino algo más de cinco. Pisando los talones al PSOE literalmente. De la nada, al punto del sorpasso. Pero esto no es verdad y ya desde el día 20D por la noche, Palinuro decía que Podemos tenía 42 diputados, es decir menos de la mitad de los del PSOE. La patraña de los 69 la reproducen los medios afines y, según el periódico digital que se visite, Podemos tiene 69 o 42 diputados, lo que no deja de ser pintoresco. También augura serlo el arreglo al que finalmente lleguen los cuatro bloques, esto es, el Podemos príncipe y las tres confluencias-sucursales en Galicia, Cataluña y Valencia, cada una con una composición distinta, distinto proyecto y liderada por personalidades muy carismáticas en sus respectivas comunidades que no son meras delegadas de un poder central. Eso no habrá quien lo doblegue.

Y así ha sido. Ha bastado con que Podemos amagara la remota posibilidad de no insistir en el referéndum catalán para que los doce diputados de En Comú Podem muestren con total contundencia que son del común, pero no de Podemos. Calcúlese.

¿Por qué se agarraron al 69, lo pusieron como emblema, lo esgrimieron y sumaron casi dos millones de votos que no eran suyos? Lo sabemos todos: para ocultar su derrota y hacerla pasar por victoria y crear una realidad virtual en la que los ciudadanos vean no lo que hay sino otra cosa, una fábula. Si hay algo característico y típico de la vieja política es la mentira y la propaganda.  Los que iban a asaltar los cielos no llegaron ni al piso tercero del Congreso por cuanto, al tener menos votos que C's (aunque le saquen dos escaños) ocupa el cuarto lugar. Por descontado, de sorpasso al PSOE, ni por ensoñación. Es posible que el PSOE acabe siendo "sorpassado", pero será por su propia ineptitud y no por la habilidad de estos linces.

En estas condiciones quizá Garzón no vea que, si se hace una confluencia de IU con Podemos, lo que este vaya a ganar por un lado, lo perderá por otro, esto es, los que no votarán a IU y menos al PCE. Y, por lo tanto, en el fondo, no le trae cuenta pues es muy probable que consiga los votos que tenía en tiempos mejores IU. Pero ahora tendría que compartir el crédito con Podemos, cosa nada segura. Quizá no lo vea, pero es lo más probable.

Visto el desastre del PSOE no es exagerado llegar a la conclusión de que Podemos no ha servido más que para generar más caos en la izquierda. La pacífica división tradicional entre una izquierda moderada, socialdemócrata y una izquierda radical se ha convertido en un espectáculo de fuegos artificiales, muy coloridos, pero efímeros. No es división; es caos. Porque ahora mismo, Podemos no sabe qué hacer, como se señalaba en el post de hace dos días, Viento del Sur en relación con el maldito referéndum catalán, ese que pone a los socialistas en posición de combate y con la bayoneta calada. Un toque, y Susana Díaz salta la trinchera y conquista Cataluña para España ella sola.

Y en loque hace a Podemos y sus imaginarios 69 diputados, cada vez más de risa. Esta vez no han vendido la piel del oso antes de matarlo. Han vendido la piel y la escopeta.

dijous, 3 de desembre del 2015

El desplome de Podemos.

Sanchez, que no consigue alcanzar al PP en intención de voto después de cuatro años de gobierno absolutamente desastroso, trata de recuperar los que le absorbió Podemos hace unos meses apelando al voto útil: el PSOE el único que puede parar al PP y al PP más Ciudadanos. Exactamente el mismo voto útil que invoca Podemos para tirar de los votos del PSOE, garantizándoles que solo votándolos a ellos se asegurarían un Partido Socialista más a la izquierda. La pelea entre ambos partidos es la plasmación del sempiterno cisma de la izquierda que ya aburre a las ovejas: los socialdemócratas frente a los comunistas o los nombres que ahora lleven. El PSOE no pasa de veintialgo por ciento y Podemos no llega. En realidad, los dos se desploman. Se desploma la izquierda.

En el caso de Podemos, el desplome es bastante obvio. La caída empezó ya cuando, a raíz del triunfo en las elecciones europeas de mayo de 2014,  empezó a vender la piel del oso antes de cazarlo. Luego vino la castaña de las elecciones catalanas, en donde QWERTY (Podemos más EUiA-EV) tuvo menos votos que los de los segundos solos. Después vinieron los mediocres resultados de las elecciones siguientes y ahora raro es el sondeo que los sitúa en el 15%, habiendo estado en una intención de voto del 28% hace diez meses.

¿Que puede haber pasado? A juicio de Palinuro, varios factores han contribuido a este fenómeno de contracción del que, según parece, también se beneficia C's. En primer lugar la sobreexposición mediática de su líder, Iglesias. Más que intervenir en los medios como político que aporta información, genera debate y acaba pidiendo el voto,  lo hace como showman. No hay inconveniente en que un dirigente de un partido que aspira a ser presidente del gobierno, sea al mismo tiempo, presentador y entrevistador en televisión. Pero es muy difícil que el electorado, en el que abunda una especie de sentido de la conveniencia pacata, se lo tome en serio y no acabe pensando que es un chisgarabís, probablemente el nombre más adecuado para quienes hacen infotainment.

En segundo lugar, el modo en que se ha gestionado la relación con IU. Muchos de Podemos vienen de ella, incluso los dirigentes, pero su comportamiento personal mutuo deja mucho que desear. A fuerza de querer separarse de IU, cuyo abrazo considera como la mordedura de una serpiente, Podemos ha tratado a sus dirigentes de modo humillante e insultante, en especial a Alberto Garzón. El juego sucio contra IU se advirtió ya en el hecho de que Garzón no fuera invitado al debate en internet de El País y ni el PSOE ni Podemos tuvieran valor para objetar e impedir esa clara discriminación. Después, habiendo comprendido que una victoria obtenida con juego sucio no tiene valor, Iglesias pidió la participación de Garzón, en una enmienda que tampoco lo tiene ya.

El programa se ha ido moderando tanto en un año que no parece el mismo. Comparado con el de IU, efectivamente, es de centro, por decir algo y no solamente ambiguo e impreciso. Mientras Podemos no declare abiertamente su republicanismo será una formación propia del régimen : el postfranquismo y su cohorte de propagandistas al servicio de la restauració, como el PSOE; esto es, partidos dinásticos. Solo Garzón habla de República en la corte borbónica y tiene su mérito. Y solo él reconoce sin ambages el derecho de autodeterminación de los catalanes. 

Empieza a estar claro que mucho voto que se fugó de IU y del PSOE y se fue a Podemos puede estar volviendo al redil en ambos casos. Para este viaje no hacían falta alforjas, realmente. Y todo retorno de "voto pródigo" será descenso de Podemos. Habrá quien diga que el voto útil es, en efecto, el PSOE o IU, pero, desde un punto de vista de izquierda, lo más sensato que cabe hacer es votar por cualquiera de las tres opciones de la izquierda con el expreso mandato de ponerse de acuerdo después de las elecciones.

dimecres, 2 de desembre del 2015

Habla el ausente.

Avergonzado quizá El País por haber censurado al candidato de IU en su último debate, Alberto Garzón, y por haber intentado silenciar y escamotear una fuerza política que tiene representación parlamentaria con un apoyo de 1.600.000 personas, envió una periodista, Elsa García de Blas, a hacerle una entrevista que se publica hoy en el diario. Ignoro cuál sea el estilo de García de Blas entrevistando y no puedo, por tanto, afirmar si lo que me parece una actitud como de fastidio o enojo por verse obligada a hacer algo es justo o no. A lo mejor resulta que se trató de una iniciativa de la propia periodista que enmendó así la plana al diario.

Porque, insisto, la ausencia de Garzón del debate del lunes no tenía justificación alguna desde un punto de vista democrático. Y, lo cual es peor, el hecho de que Sánchez e Iglesias, beneficiarios directos de la censura a Garzón, no la cuestionaran y no obligaran a El País a enmendar el yerro todavía es peor. Que esto lo haga la derecha, bien Rajoy, bien el joven flecha que encabeza C's está en la naturaleza de las cosas. Que lo haga la izquierda no tiene pase. Que es repugnante, vaya. Si a estos supuestos izquierdistas no les importa censurar a quien, por su punto de vista y discurso, puede hacerles sombra cuando no son nadie, ¿qué no estarán dispuestos a hacer si llegan al poder? ¿Encarcelar a los discrepantes?

En fin. Garzón aprovechó bien el cuarto de hora aproximado que dura la entrevista, muy digna de ver y escuchar. Se entiende por qué el periódico no quiso darle audiencia y por qué los dos sedicentes izquierdistas Sánchez e Iglesias, tampoco lo quieren cerca y con la gente pudiendo comparar los respectivos discursos.

Muchas de las cosas que dice Garzón en la entrevista son puro sentido común de la izquierda. Dos  llaman especialmente la atención de Palinuro y despiertan su simpatía: una República federal (por fin, alguien que se atreve a hablar de república durante la segunda rastauración) y el derecho de autodeterminación de los catalanes. De República, Podemos y el PSOE no hablan por puro miedo a perder votos. En cuanto al derecho de autodeterminación de los catalanes, rechazado por Sánchez con un talante de "una, grande, libre", Iglesias lo reconoce a regañadientes, pero no ofrece garantías completas de realización. 

Garzón sostiene en la entrevista que él y su organización se han quedado solos en el ámbito de la izquierda porque los otros dos, el PSOE y Podemos, prefieren situarse en el centro, que es en donde están los votos. Pues sí, es verdad. Pero, si esto es así, si los votos están en el centro, no se entiende  por qué el se obstina en un discurso izquierdista. ¿Para perder las elecciones, quizá?

Es pintoresco, sin embargo, que dentro del Partido Comunista, que es el núcleo de IU y de la opción de Garzón, un grupo de viejos guardianes de la fe marxista-leninista haya publicado un manifiesto que, bajo el título escasamente original de Los comunistas en la encrucijada ataca la campaña de Garzón y la orientación que está dándole porque, sostienen los firmantes, está entregado en alma al espíritu de Podemos y no respeta las tradiciones y viejas glorias del comunismo de toda la vida, ese que no ha ganado elecciones democráticas nunca en ninguna parte. No parecen darse cuenta de que son precisamente esta admoniciones dogmáticas y sectarias las principales responsables de que Garzón no consiga el apoyo electoral que merece si fuera capaz de librarse de la tutela intelectual de estos burócratas, especialistas en hablar de la revolución proletaria, sin ser capaces no ya de traerla sino de atisbarla.

dilluns, 16 de novembre del 2015

Los desestimientos.


Antaño, los cambios en las afinidades electivas de los políticos solían hacerse discretamente, una vez los acuerdos y contrapartidas eran suficientemente sólidos. Todavía se recuerda en los mentideros de la villa y corte el sigilo con que Bono y Pérez Mariño negociaron el aterrizaje del juez Garzón de número dos en la lista del PSOE por Madrid en 1993. Es verdad que, unos años después, rebotado el juez y vuelto a sus puñetas, la florentina jugada estuvo a punto de costarle la cárcel a Felipe González. Pero no hay duda de que la gestación y primera lactancia fueron impecables.

Actualmente, la llamada nueva política desdeña -dice- los reservados de los restaurantes, los contactos discretos, los pactos bajo cuerda y todo quiere hacerlo a la luz del día. Vale decir, marcando protagonismo en los medios. Los medios amplifican el efecto de los grandes y simbólicos fichajes, dan lustre a los partidos que los consiguen y perfil heroico al fichado. Pero la era mediática es tornadiza y voluble y, al igual que la captación de una gloria del foro o de la cátedra resuena en los confines del imperio, si la gloria, por las pequeñeces de la vida cotidiana, desiste del empeño, el efecto desmovilizador impacta todavía más.

Pérez Royo y Gómez Benítez desisten de ir en las listas de Podemos. Su captación se vio como un éxito que, además de prestigiar a la organización, animaría a otros. A la inversa, su baja es un fracaso y el ejemplo tiende al derrotismo con mayor intensidad. Añádase que el partido de los círculos morados tropieza con crisis, enfrentamientos, discrepancias en varias zonas del país y no de las menos importantes: Galicia, País Vasco, Cataluña, Valencia y Andalucía. Prácticamente media España disconforme con el estilo que la dirección imprime al partido. Todavía va a ser cierto que Podemos no llega a las elecciones del 20 de diciembre (supuesto que se celebren) o, si lo hace, será en condiciones bastante endebles.

La montaña mágica de las elecciones europeas de mayo de 2014 parió un ratón.

En IU de Andalucía, otro desestimiento, Lidia Falcón, histórica y aguerrida militante de la izquierda y feminista (presidenta del Partido Feminista de España) da un portazo a la lista al congreso por Sevilla, acusando a IU de "sectarismo". No es algo novedoso. IU arrastra merecida fama de sectaria desde antes de ser ella misma, cuando solo era un proyecto alumbrado en el muy sectario Partido Comunista de España. Pero también es cierto que el historial de Falcón, caracterizado por un personalismo y un narcisismo desmesurados, no era lo más apropiado para encajar en esta organización de la izquierda.

La salida hace unos días de Alberto Sotillos de la candidatura de Ahora en Común, acaudillada por Garzón el joven y el apartamiento de Bea Talegón de esta misma organización, prueban que, en los últimos momentos antes del cierre definitivo de las candidaturas electorales, los movimientos son y serán cada vez más convulsos. Y los desestimientos, por su naturaleza conflictiva, serán siempre más visibles que los consentimientos.

Una razón más para temer un verdadero batacazo electoral de la izquierda.

dijous, 8 d’octubre del 2015

El yo dividido.


¡Ah, la izquierda verdadera, la izquierda transformadora, la auténtica izquierda, que todos estos nombres se da a sí misma la izquierda que se quiere a la izquierda del PSOE! ¿Qué idéntica a sí misma es! Tanto que, según se reconoce como izquierda, se escinde y así vive, de la energía que libera la fisión del núcleo del átomo. Que a eso aboca el yo dividido descubierto hace mucho por la antipsiquiatría. La izquierda tiene el yo dividido, es desunión esencial y enfrentamiento. Por eso es izquierda.

Y por eso también el principio de unidad aparece como mandato último de su libro santo, el Manifiesto Comunista. "¡Proletarios del mundo, uníos!" Es el grito de guerra más sostenido y fracasado de la historia. El proletariado no se ha unido jamás y las fuerzas políticas que lo han representado tampoco, salvo escasos y brevísimos episodios aquí o allí. Cada vez que la izquierda ha postulado la unidad lo ha hecho para justificar una nueva escisión. La izquierda debe de ser el único ámbito en el que alguien se separa al grito de "unidad".

En España, según costumbre, IU nació en 1986 con esa visión unitaria. El PCE aglutinaba a todas las fuerzas políticas de la izquierda que habían estado en contra de la OTAN y daba forma a un ente algo amorfo pero dirigido desde el núcleo comunista que llamó así IU, unida. La manía de la unión. Esa IU aspiraba a superar al PSOE como la fuerza hegemónica de la izquierda y no lo consiguió jamás ni por asomo.  Así cristalizó una opción política de origen comunista con una escasísima representación parlamentaria, casi irrelevante, que vegetaba sin hacer realidad su histórico deseo de sorpasso.

De pronto iluminó el horizonte de la resignación la llamarada de Podemos. Esta organización neocomunista reverdecía la promesa del sorpasso, aunque con una condición lógica: la de no parecerse a los tristes de IU, que llevaban años fracasando. Por eso Iglesias, que tiene un verbo sentimental e intuitivo, decía que su partido no sería tabla de salvación de nadie y llamaba a los de IU pitufos, siendo especialmente cruel con el bueno de Garzón. No lo llamaba momia y senil porque el de IU es más joven que él. Pero se le veía en el gesto. Curiosamente no calificaba así a Anguita, a quien bien pudiera, porque, por razones complicadas, el cordobés seguía teniendo peso e influencia él personalmente en la gente de Podemos. Y este fue el origen de la dislocación de esta organización, de la fisión nuclear: romper con IU, arrastrarla por el lodo, pero considerar un referente a Anguita, un comunista de catón que vive en los tiempos de la IIIª Internacional.

Podemos fue el producto contingente y transitorio de una conjunción casual: las elecciones europeas de 2014, la crisis económica, la crisis de liderazgo del PSOE y la atonía de IU. Su esencia era la del huracán: transformar el sistema de la Restauración de raíz en un movimiento social universal e imparable. Mientras esa opción fue posible, el élan vital de Podemos era arrebatador. En unas elecciones en enero de 2015, hubiera arrasado con el 30 por ciento del voto o más. No hubo elecciones generales, pero sí andaluzas, municipales y catalanas y, a la vuelta de ellas, Podemos descubrió que su puesto viene siendo un triste cuarto lugar en la jerarquía de partidos, un acomodo a una realidad continuista y una renuncia a sus anhelos, los flamígeros y hasta los templados.

La cura de amarga realidad de las tres consultas, sobre todo de la catalana, en la que Podemos no solo no ha sumado votos a los resultados de EU sino que los ha restado, ha hecho que IU haya retomado aliento y plantado cara a las exigencias hegemónicas del socio putativo. El yo sigue tan dividido como al comienzo. Cuando Garzón e IU acusan a Podemos de ruptura unilateral, en el fondo, le están haciendo un favor porque eso es precisamente lo que estos quieren: proyectar la imagen de que están dispuestos a lo que sea, hasta a medidas unilaterales y arbitrarias con tal de que no se les confunda con IU y con el comunismo, porque ellos lo que quieren es ganar las elecciones. Justo esa es la base de la acusación de Garzón. A su juicio, Podemos se ha convertido en una máquina para ganar las elecciones. El hombre es casi tan simple como Rajoy. No parece si no que él prefiera una máquina para perderlas.

Estos dos personajes, incapaces de mirarse a la cara y de resolver la esquizofrenia de su yo dividido, se enfrentan al PSOE por arriba y son hostigados, acosados, por abajo por una miríada de organizaciones personalistas, animadas por dioses menores que también quieren brillar en la fragmentada constelación de la izquierda. A esta le sucede lo que suele pasar con el ejército español: que tiene más generales que soldados. Y así no hay modo de ganar una guerra. Ni unas elecciones.

Comprendo que irrita mucho, a mí en primer lugar, pero pido que cada cual se ponga la mano sobre el corazón y se pregunte qué se puede votar aquí para echar a la derecha neofranquista.


dilluns, 29 de juny del 2015

Las razones de Podemos.


El aplastamiento final de IU bajo las ruedas del Moloch Podemos ha dejado el escenario como en las tragedias de Shakespeare, lleno de cadáveres. Del elenco de la vieja federación restan dos o tres almas en pena que, por diversas razones, aún tienen acogida en la unidad popular del partido de los círculos si la piden a título estrictamente individual. Los demás, viejas y nuevas glorias, quedan tildados de cenizos en el basurero de la historia.
 
El anticlimax ha sido a cargo de Pablo Iglesias con un rechazo irritado a las humildes peticiones de convergencia. Algo tan desabrido que ha sonado a venganza a muchos. Así cabe colegir del brillante reportaje de Elsa García de Blas en El País y en el que se exponen los tiras y aflojas de unas negociaciones entre IU y Podemos que tienen un largo pasado y pueden haber dejado cicatrices. Al negarse a la convergencia, Iglesias parece devolver el rechazo de IU a sus previas y reiteradas solicitudes de unidad de acción.
 
No sería justo ni acertado que esto terminara así y, en efecto, leo un artículo de Pablo Iglesias en el mismo número de El País, titulado Izquierda, en el que aduce sus razones de forma más matizada. Da su versión de los intentos de acercamiento originarios de Podemos a lo que él llama la izquierda (básicamente IU), concluidos en ruptura porque, a su juicio, la izquierda ha interiorizado la función histórica de perdedora, siendo así que, como ha repetido muchas veces, él quiere ganar.
 
Para que no haya duda sobre la sinceridad con que ha vivido ese desgarro dedica parte considerable del artículo a probar que él, personalmente, así como sus padres, abuelos y todos los bípedos implumes que lo han rodeado de siempre, son de izquierda. Desde la primera comunión. A machamartillo. Pero la izquierda (siempre básicamente IU) no es capaz de comprender que su electorado no se reduce solo a ella misma, sino que debe ampliarse a quienes quieren cambios, reformas, pero no son de izquierda, o sí lo son, pero no lo saben o no lo son pero es como si lo fueran.
 
La izquierda en la visión paulina no entiende que su solo nombre provoca reparos y, si se le añade el calificativo de comunista, los reparos se convierten en una estampida. Iglesias sí lo ha entendido por fin. Le ha costado dos elecciones en las que los resultados, sin ser clara derrota, marcaron mala tendencia. Y ha reaccionado. Quizá sobreactuando, pero de modo esencialmente correcto si de lo que se trata es de ganar las elecciones de noviembre. La izquierda es una rémora. Lo mejor es no contaminarse con ella.
 
Posición tácticamente correcta. Pero no tanto estratégicamente. Ese concepto paulino de "izquierda" es angosto y no permite a Podemos articular una opción convincente. Es un concepto de izquierda formulado dentro de los parámetros con que esa izquierda, a la que se critica, se define a sí misma y al resto de las fuerzas políticas. Estando dentro de la tribu, ve el mundo con los ojos de esa tribu y no de otra. En ningún momento se cuestiona en este discurso el hecho de que, cuando se habla de "izquierda", no se incluya al PSOE, a la otra tribu. Es más, se da por supuesto implícitamente que el PSOE no solo no es de izquierda, sino que es la misma derecha del PP y, por tanto, tan adversario como este por batir.
 
Pero esa conclusión es falsa, cual se ve cuando, para justificar el portazo a los pedigüeños de IU, se afirma con orgullo que Podemos quiere representar los intereses de sectores movilizados de la sociedad, aunque no sean de izquierda.  Justamente eso es lo que pretende el PSOE que se configura como un partido interclasista, moderado, de centro izquierda, monárquico y (últimamente) nacional español. Y dice ser de izquierda. Izquierda socialdemócrata, que todo el mundo reconoce como tal, incluso en España, de vez en cuando.
 
Entre la "izquierda" de IU y lo "no izquierda" del PSOE que, sin embargo, es la que Podemos apoya en varios gobiernos autonómicos y locales, Iglesias se encuentra con la dificultad tradicional conocida como tercera ley universal del pensamiento, esto es, la ley del tercero excluido. Dé gracias a que la relación IU/PSOE no es tan nítida como las dos primeras leyes (identidad y principio de no contradicción) exigen. De serlo, no tendría posibilidad alguna de elaborar una tercera opción creíble entre el comunismo y la socialdemocracia. En el ámbito de la lógica difusa de la política es posible que lo consiga. Pero será a base de seguir cerrado a la convergencia comunista y asomarse a una reconsideración del concepto de izquierda en una sociedad conflictiva, sí, pero abierta y muy compleja, lo que presupone un replanteamiento estratégico de las relaciones con el PSOE, si quiere que lo tomen en serio. Algo duro, por cuanto significa cuestionar creencias que vienen de la infancia, amor a la familia, respeto a los padres y lealtad a la basca. Las creencias, los prejuicios, son la verdadera cárcel interior de las personas. Estas deben liberarse de ella si quieren entender el mundo, lo que parece ser un requisito insoslayable para transformarlo.
 
En cuanto a la "izquierda" sobrante, tanto IU como las pequeñas formaciones que, con diversos atributos, forman un séquito de satélites, lo más sensato, dicho sea sin ánimo de ofensa, es que se integren todas en la unidad popular de Podemos, negociando con estos una especial atención a los objetivos que les sean más caros. Pero lo más sensato, por lo general, no es lo más frecuente. Es difícil que los cabezas de ratón que lucen en estas formaciones se resignen a perder el ralo halo de gloria que los rodea. La "izquierda", esa que habla de las fuerzas de la historia y la función subordinada del individuo, está poblada de dirigentes con un altísimo concepto de sí mismos, abrumados por la carga de su narcisismo.

Lo más probable es que haya tres opciones de izquierda en las elecciones de noviembre. Las dos mayoritarias, PSOE y Podemos y una presencia testimonial de una tercera posibilidad cuyo nombre aún está por determinar pero que irá seguramente por la línea del foro o el frente o la mayoría de origen divino. A su vez, la relación numérica entre PSOE y Podemos, dependerá de la forma en que este último enfoque su competencia electoral con el primero.

dijous, 25 de juny del 2015

El carné de baile.


El de Podemos es el más codiciado. Todo el mundo quiere bailar con la nueva formación. Valses, rigodones, lo que sea, pero agarrado a la nueva promesa. Esta, velay, se hace querer. El encuentro de Garzón e Iglesias tiene lectura en clave de la más vieja política. Varian los atuendos, el mobiliario, el atrezzo, pero los mensajes y los significados son de protocolo de toda la vida. Entrevista en campo Podemos, no neutral. Signo inequívoco de debilidad negociadora del pretendiente. Comparecencia conjunta, pero comunicados de prensa por separado. Las explicaciones de ambos, una verborrea perfectamente prescindible: somos amigos, pero no amantes; coincidimos, pero discrepamos; nos vemos con gran simpatía, pero a distancia. La prueba de nuestra gran unión de espíritu es que no vamos a apuntarnos ni un baile en el carné.
 
El más claro y rotundo ha sido Iglesias. Sigue considerando a IU un proyecto acabado y carece de sentido empezar algo cargando con un cadáver, por muy exquisito que sea. IU puede ser la madre o la abuela de Podemos, pero no está ya en este mundo. Su vinculación con el comunismo, que acaba apareciendo siempre, es suficiente para mojar toda la pólvora que Iglesias pueda acumular en la santabárbara electoral de Podemos. Y no es una actitud errónea. Los proyectos sobreviven si quienes los impulsan no ceden a sentimentalismos. Presentarse a las elecciones en unidad popular pero bajo la sola marca Podemos juega con la conexión mediática entre el título y la figura de Iglesias, que se difuminaría en un frente de siglas. Además, en un plano de proyectos políticos personales, es legítimo que el de Podemos quiera medirse singularmente con los adalides de otras opciones, todos ellos hombres. Hay quien murmura sobre los riesgos del culto a la personalidad, una crítica que ha quedado triturada en la era de la imagen en la que los medios dan preferencia a los rostros y su capacidad de trasmutarse en núcleos de irradiación de mensajes subliminales.
 
Iglesias ha añadido una carga de profundidad. Con IU ni a la vuelta de la esquina. A Alberto Garzón se le abren los brazos in tuitu personae, como dicen los juristas. La faramalla de IU quédese fuera y entre Garzón, con quien hay una relación personal e intransferible. En definitiva, súmese la persona Garzón al proyecto Podemos y tendrá el carné abierto.
 
La oferta pone a Garzón ante una dura alternativa personal. Se mantiene en IU y sigue acumulando quejumbrosas razones a favor de la confluencia de siglas, pretensión que comparten los que ocupan el sidecar de IU, o bien rompe con IU y se integra en el proyecto de asaltar los cielos que, en la actualidad, ya incluye asimismo un atareado departamento de consensos a la más clásica usanza con el carné de baile casi a rebosar.
 
Garzón lo tiene fácil. Le basta con invocar esa conclusión tan frecuente en la vida cuando alguien se apresta a cambiar de bando de es más lo que nos une que lo que nos separa. Pero quizá no sea hombre dado a las soluciones fáciles. En todo caso, podrá comprender que los problemas de Podemos a la hora de conformar una opción verosímil de gobierno en España son de otra índole. En primer lugar tiene que resolver la tensión interna entre su sector leninista y el asambleario, no a base de yugularlo sino de impedir que genere conflicto interno y faltas de coherencia en lo externo. En segundo lugar, tiene que aclarar su posición respecto al soberanismo catalán que amenaza con provocar otra fractura interna en la organización, sobre todo ahora que está fraguándose una unión sagrada del nacionalismo español, como ha demostrado el PSOE sacando la rojigualda para sumarse al baluarte español de los otros dos partidos, el PP y C's.
 
Como para enzarzarse en el habitual guirigay de IU.

dijous, 18 de juny del 2015

IU, toque de retreta.

Lo soltó ayer Pablo Iglesias, no Palinuro, en los micrófonos de RNE: “IU no es rival en ningún caso. Su proyecto político está agotado. En ningún caso habrá siglas IU-Podemos en las elecciones generales”. Pim, pam, pum, que diría Carmona, esa especie de alguacil y cruz de los madrileños. Como están las cosas, según los resultados firmes de las elecciones pasadas y los sondeos de las venideras, esas tres negaciones son el toque de difuntos de Izquierda Unida.
 
Palinuro lleva meses diciéndolo y ha sufrido feroces tarascadas de los verdaderos creyentes en el glorioso futuro de IU y de los conversos que han abandonado el barco a la chita callando. Era evidente hace un año. Podemos iba a comerse a IU y al PSOE gracias a su nueva poderosa arma de los rayos catódicos. Y, en efecto, IU está reducida a cenizas con algún lánguido tizón arrimado a la astilla equivocada. Lo del PSOE ya es otra cosa. Casi, casi, la contraria. Pero eso merece consideración aparte. A  lo que aquí estamos, Podemos ha fagocitado a IU. Insisto. No lo dice Palinuro sino Pablo Iglesias y con una expresión de cabeza de doble sentido:"IU no es rival en ningún caso".
 
Iglesias solo se imagina de director, concertino y solista. Admite ocasionales alianzas in partibus, como Galicia, Valencia y Cataluña y en el resto de España se impone la unidad popular que él imagina como un afluir de las masas bajo su dirección y compuestas únicamente de personas, de individuos, de ciudadanos, pero no de siglas, grupos, partidos, frentes o foros. Las masas afluyen gozosas; sus dirigentes han de pasar por las horcas caudinas de dejar fuera la parafernalia bélico-política.
 
¿La raíz de este criterio que los otros ven como una imposición ante la que se sienten impotentes? La doctrina leninista del partido como instrumento para el acceso al poder en una actitud pragmática, racional y escasamente romántica. Han salido a ganar, recuérdese, no a alimentar la cultura de la derrota.
 
¿Y las consecuencias para los demás? Depende. Dentro de la propia IU hay un territorio oscuro, un cuarto de máquinas en el que latía el corazón oculto de IU, el Partido Comunista de España. Si IU se desintegra, el PCE saldrá a la luz. Pero no parece que su porvenir vaya a ser mejor que el de su fracasada federación. Salvo, quizá, si se suma al sempiterno intento de Anguita de poner en pie una cruzada de verdadera izquierda para dar la batalla al bipartidismo que, en lo que a la estrategia se refiere, en realidad, quiere decir PSOE. Ello conduce al segundo impacto en IU, esto es, el que afecta a los proyectos más o menos coincidentes de Anguita, Lara y Garzón. Los dos primeros han sido fulminados por la negativa de Iglesias, y Garzón, con una carrera política recién estrenada, no tiene apoyo ni terreno en donde correr.
 
El joven político riojano reciclado en Andalucía señala el destrozo que la "imposición" de Podemos hace no solamente en IU, sino tambien en Equo, Anova, supongo que Izquierda Abierta. Pero no puede evitar la triste impresión de que es un lamento ante las ruinas de Palmira que, por cierto, habrá que replicar ahora con un nuevo lamento ante las ruinas de las ruinas de Palmira para dejar testimonio de la labor civilizadora del Estado Islámico. El lamento del vencido. En el mejor de los casos, pueden llegar a formar un coro de plañideras pero, como opción electoral, resulta poco atractivo.
 
En el caso de Podemos, la situación es sencilla: colaboración con el PSOE en los gobiernos en que sea posible y confrontación con la vista puesta en las elecciones de noviembre. Ahí, en esa competencia directa entre los dos partidos de la izquierda se determinará lo cierto o incierto de la pretensión del nuevo sorpasso: dejar al PSOE en segundo lugar frente a la oferta de una nueva izquierda que rompe todos los lazos con la vieja tradición comunista y propugna una verdadera socialdemocracia, muy distinta de la neoliberalizada del PSOE. El discurso tuvo un éxito fulgurante, suscitó un apoyo alborozado que luego ha recedido lo suyo. Bastante, incluso, y ha dejado al partido ante la ingrata tarea de conservar el músculo de salida durante medio año.
 
Lo principal para mantenerse altos en las preferencias populares es no ser incoherentes. El propio Iglesias riñe a Garzón y le pide coherencia. Justo la que él no tiene. Si descarta de modo tajante y sin apelación toda confluencia con IU ante la historia y los micrófonos de RNE sin haber consultado instancia alguna distinta de su conciencia, ¿por qué remite luego la formación de coaliciones en unas u otras comunidades a lo que decidan las asambleas? No digo que esto esté mal. Lo que digo es que es incoherente. Y es el moderado Palinuro. Ahí tienen ustedes al alguacil Carmona diciendo de Iglesias que “se levanta comunista, come socialdemócrata y se acuesta dando su apoyo a Álvarez-Cascos”.
 
Porque, al final, esa confrontación en el seno de la izquierda se dirimirá según usos de guerra medievales, a través de un combate singular entre sus dos paladines, Pedro y Pablo, ambos apóstoles del Señor que aprendieron con amargas experiencias el valor de la coherencia. Los dos justarán vistosamente en un terreno que les es muy favorable, el mediático. Y lo harán en un intercambio que nuestra época, empeñada en racionalizarlo todo, llama de juego de dos jugadores de suma no cero. Las pantallas se rinden ante ellos y ellos dominan las pantallas. Suma no cero a costa del tercer personaje, Rajoy, de quien los separa la misma distancia que separa a un maestro de esgrima de un troglodita.

dissabte, 6 de juny del 2015

Izquierda Unida son dos.


Enésimo portazo de Iglesias a las ilusiones de los confluyentes de crear una amplia alianza de la izquierda (se evita con cuidado el término "frente") en la que vayan todas juntas pero no revueltas, cada una con sus siglas y todas bajo una identidad ómnibus. Podemos irá a las generales con sus siglas. Rechazo frontal a Garzón, Anguita y Cayo Lara que es converso reciente a la confluencia.

En IU la bronca se encona más, si cabe, entre otras cosas porque ya nadie prácticamente sabe qué defiende y ataca cada quién. IU es el pecio de una nave de los locos. La nao ya se ha hundido, pero los locos siguen pegándose. Palinuro lo había entrevisto hace meses en Izquierda Unida y el efecto sifón de Podemos en donde se decía: Lo llaman convergencia. Es efecto sifón. Podemos absorberá a IU con la misma indiferencia natural e inocente con que el pez grande se come al chico. La mística comunista, comunitaria, solidaria vale poco cuando se cuentan votos o, sea, para entendernos, poder. Y, efectivamente, como preveía Palinuro el 1º de febrero pasado, Podemos se ha comido a IU. No obstante también conviene recordar que hay comidas indigestas.

¿Qué ha sucedido desde el 1º de febrero? Dos hechos de gran importancia: las elecciones autonómicas andaluzas y las municipales y autonómicas en 13 CCAA en España. En las dos se ha marcado una pauta: el PSOE resiste bien el efecto sifón de Podemos (que iba orientado a su sector izquierdo); IU se da un batacazo en todas partes en que concurre sola, cuando no desaparece; Podemos no obtiene ni de lejos los resultados a los que aspiraba cuando, a primeros de año anunciaba que iba a asaltar los cielos no por consenso, sino por conquista. Podemos "salía a ganar", iba "por todas" a los clarines triunfantes de unos sondeos embriagadores. Algunos le adjudicaban casi un 28% del voto y primera o segunda posición por doquiera, claro sorpasso a la socialdemocracia tradicional, a la que se auguraba un proceso de "pasokización". La realidad los ha dejado en el 14% y con visos de empeorar. ¿Culpables de este amargo resultado? Tres:

Primero, el bipartidismo, más difícil de batir de lo que parecía. Vamos, que el oso mantenía su piel y quien la había vendido antes de tiempo tiene que devolver los cuartos. Se impone el realismo. Esta dura experiencia, unida al aprendizaje del joven Iglesias en los reservados de los restaurantes que mucho criticaba y en el fondo envidiaba, hará que en Podemos no vuelva a hablarse tanto de bipartidismo. Eso es más propio de Anguita, mientras que lo suyo es, maravilla el decirlo, la socialdemocracia, la socialdemocracia sorpassata, si se dice así.

Segundo, el absurdo caos de IU. La doctrina sifón, más arriba mencionada, partía de la aplicación a España del modelo de Syriza en Grecia: un Partido Comunista griego, claramente definido, cuya función era perder las elecciones (aprox. un 2% del voto) para que el discurso de Syriza, de un izquierdismo más radical, neocomunista, pero sin mostrar lazos con el comunismo, pudiera ganarlas, dejando al PASOK convertido en un partido-taxi. El problema en España es que IU, y su alma comunista, no ha entendido o no ha querido entender el mensaje y, en vez de ir sola al matadero electoral, ha explotado en un sinfín de tendencias confluyentes (a su vez con propuestas distintas de confluencia) y partidarios de unas u otras reediciones del espíritu numantino. Todo este jaleo ha hecho gran daño a Podemos, mezclado en ese incomprensible desbarajuste de IU que, aunque no se lo crean, tiene al electorado en verdad hasta la coronilla. De ahí que, en los últimos días, Podemos trate de marcar distancias. Lo ha hecho con Garzón, de modo innecesariamente cruel, a juicio de Palinuro, y con IU en su conjunto, porque Podemos "no será tabla de salvación para nadie". Sobre todo cuando la propia tabla no va muy segura y la salvada o salvable IU es, en realidad, una organización en liquidación, contable y políticamente. La cuestión ahora es saber si, vistas las circunstancias, Julio Anguita no interviene para sostener su propia propuesta de alianza. Encabeza un Frente Cívico Somos Mayoría, pues el cordobés es experto en calificar sus inventos no con su razón, sino con su deseo: Somos Mayoría, Izquierda Unida. Al final puede suceder que las izquierdas vayan a noviembre divididas en tres formaciones: Candidatura de Unidad de la Mayoría (por ponerle un nombre), Podemos y PSOE. De ahí que este haya pasado a ser tan importante.

Tercero, el PSOE ha resistido el efecto sifón de Podemos. De tal modo que, aunque no haga nada o, quizá, por no hacer nada, va perfilándose como una alternativa frente a un gobierno y un partido absolutamente desprestigiados, comidos por la corrupción y en los que los enfrentamientos y broncas no son visibles como en IU pero tienen a la derecha desconcertada sin política de ningún tipo. Que hayan lanzado a la vicepresidenta del gobierno a largar una filípica contra el radicalismo de Pedro Sánchez demuestra que en el PP han perdido la Minerva. Es tan absurdo que beneficia al mismo Sánchez, a quien no le resulta difícil aparecer a contrario como un centro entre radicalismos de izquierda y derecha. Para beneficiarse del todo, el PSOE debiera reajustar su terreno, dejando entrar en él con más voz a su sector más izquierdista. Un giro, no a la izquierda radical de Santamaría, sino a la moderada y democrática eliminaría del todo el efecto sifón de Podemos y hasta quizá lo revirtiera, según se desarrolle el proceso de articulación de este como opción de gobierno.
 
Aquí es donde reaparece la socialdemocracia. El giro de Podemos es patente. Pueden llamarlo como quieran, pero es obvio que el PSOE ya no es igual al PP, sino un partido con el que hay que entenderse. Tiene gracia: IU buscando confluir con Podemos y Podemos pretendiendo entenderse con la familia socialdemócrata. Casi parece un vodevil. Al final acaban todos en sana promiscuidad socialdemócrata. Palinuro ha defendido siempre una unidad de la izquierda y, cuando menos, una alianza PSOE-Podemos. Los socialistas seguramente llegarán al momento de alianzas en una posición relativamente cómoda. No lo parece tanto que lo consiga Podemos. Tiene urgencias de consolidación, debates internos serios y pinta de haber agotado su mágica capacidad de movilización del principo. Sin resuello, vamos. 

divendres, 5 de juny del 2015

Comienza la función. Ocupen sus asientos.

El día de ayer fue de agitación sin cuento en el territorio que se ve a sí mismo a la izquierda del PSOE. A ver si me sale la crónica. Empezó El Plural con una noticia explosiva según la cual IU desaparece como partido propio: concurrirá a las generales con Podemos. Como fuente se citaban unos imprecisos "sectores de la dirección" que matizaban mucho que no se trataba de ser fagocitados. Dio igual: la red se pobló de desmentidos indignados. El propio Garzón se consideró obligado a salir al paso de tan horrible augurio afirmando la rebusta identidad de IU en un par de tuits hablando de la necesidad de IU como organización propia, autónoma.

Es ese momento dimitía la dirección en pleno de IU de Madrid ante el fiasco electoral pero achacando en parte este también al hecho de que sus propios camaradas (clara alusión a Garzón y Anguita) pedían el voto para otras formaciones. Justo, las que han ganado. Y la victoria tiene siempre mucho atractivo de forma que, aunque unos comunistas madrileños hayan dimitido por un lado, otros comunistas no menos madrileños proponen exportar el modelo de Ahora Madrid para ganar La Moncloa. Se trata, en realidad, de las candidaturas de unidad popular como fórmula ganadora también en otras partes.

La confusión aparece en este punto. ¿Cómo se realizará la unidad popular? ¿Con todas las fuerzas desarmadas, habiendo dejado sus siglas a la puerta, como quiere Podemos, que aspira a dar nombre al conjunto de la unidad o bien como una alianza o confluencia de fuerzas independientes, cada una con sus siglas y su identidad como parecen querer los de IU? En todo caso, por razones prosaicas, IU quizá no esté en situación de sugerir gran cosa por cuanto el desastre electoral la ha dejado al borde de la quiebra y con una deuda enorme que alguien tendrá que pagar.

En cuanto al mensaje que esa unidad popular tiene que mandar, se observa un replanteamiento tan pronunciado en favor de la socialdemocracia que es cosa de preguntarse si la exigencia al PSOE de un giro de 180º todavía se mantiene, convirtiendo así el debate político en una especie de tiovivo. Sin duda, advertirán que se habla de la "verdadera socialdemocracia", no su degeneración neoliberal. Por algún lado se empieza. Como cuando se admite que el PP y el PSOE no son lo mismo, aunque se añada que sus dirigentes sí lo son. Vale. Ya hablaremos pero, de momento, el PP y el PSOE no son lo mismo. Quizá pueda hacerse una unidad popular sin el PSOE, pero no contra el PSOE.

Y aquí es donde reaparece Anguita, incidiendo en la necesidad de la unidad general, la gran alianza, el gran frente de la izquierda que no será frente ni alianza, sino algo nuevo, pero anguiteño, bajo la dirección de su Foro Cívico en donde los socialdemócratas, sean dirigentes o dirigidos, no tienen sitio pues son el enemigo por batir. Anguita es el único que sigue recordando que la lucha de la izquierda es contra el bipartidismo, esto es, por si alguien lo había olvidado, el PP y el PSOE.

Pues eso, la unidad.

dissabte, 16 de maig del 2015

Indignados e indignantes.

Ayer se celebró el cuarto aniversario del movimiento de los indignados, aquellos miles de personas que se sentaron en lugares públicos en Madrid, especialmente la Puerta del Sol, a agitar las manos en silencio y movidas en un primer momento por el éxito del libro del veterano resistente Stéphane Hessel, Indignez Vous! Cuestionaban el conjunto del sistema, sostenían que los diputados no los representaban, se consideraban apartidistas pero no apolíticos, creían en la acción libre y espontánea de  la gente, a través de la intervención directa, sin cauces intitucionales que todo lo deforman.

Por entonces, Palinuro dio cuenta del fenómeno en una serie de crónicas sobre el 15M que abarcaron desde el 18 de junio de 2011 la primera, titulada Crónicas de la revolución indignada hasta otra, la número XXIII, titulada también Crónica de la revolucion indignada (XXIII), publicada el 16 de octubre de 2011. Después de estos veintitrés artículos, vinieron algunos otros esporádicos y diversas críticas de libros. Porque a los indignados les ocurrió como a los de Podemos: no habían terminado de hablar y ya muchos editores estaban publicando best-sellers sobre ellos. Si Palinuro fuera un avispado publicante, estaría buscando sello para sus cuartillas. No siéndolo, las dejará dormir el sueño del olvido en la nube de internet. Y eso que, repasando someramente sus contenidos. comprueba que un porcentaje alto de ellos aguanta gallardamente el paso del tiempo. Otros no, por supuesto.

Uno de los aspectos que más se elaboraba en aquellos escritos era el problema de la institucionalización del movimiento. El 15M era una crítica al conjunto del sistema, considerado de imposible regeneración. Era preciso sustituirlo por otro. Pero nunca estuvo claro cómo se hacía ya que, a pesar de la repugnancia casi instintiva del movimieno a los partidos, estos son imprescindibles para la acción política y la acción política se realiza en sede parlamentaria. Sin duda también puede hacerse en los bancos de las plazas o las terrazas de los McDonalds pero seguro que no tiene la misma eficacia. Y en este punto había un conflicto y un impasse: el 15M no tragaba los partidos políticos, cauces de todas las ponzoñas que corroen la vida pública, pero, al mismo tiempo, no acababa de averiguar con qué podría sustituirlos. Y tenía que hacerlo, so pena de vegetar en la inoperancia.

Surgieron así varios intentos de constituirse en partidos que no acabaron de cuajar del todo y, finalmente, Podemos echó a andar enarbolando la idea de ser los "herederos" del 15M que, por cierto, se obstina en su rechazo a toda disciplina partidista. Esta pretensión de ser herederos del 15M, quizá una forma de eso que llaman la "ventana de oportunidad", presenta sin embargo, tres ambigüedades muy características de la organización. A saber: El heredero es alguien distinto del difunto, por razones biológicamente obvias. El partido trata de salvar el escollo diciendo de sí mismo que es un "partido-movimiento", un concepto tan convincente como el del felino vegetariano. Por razones jurídicamente no menos obvias, el heredero, a pesar de todo, es el difunto porque, salvas circunstancias extraordinarias, entra en propiedad universal de sus derechos y deberes. Luego no le queda más remedio de ser lo que no es. La experiencia humana muestra que, antes pronto que tarde, los herederos acaban mirando por sí más que por los intereses de los finados, porque no son estos. Igual que Podemos no es heredero del 15M diga lo que diga.

Por un lado, tenemos a estos últimos tan indignados como siempre, de vuelta a las plazas, afirmando que nadie los representa y de otra, tenemos a Podemos asegurando su condición de herederos. La conclusión sensata y obvia será que Podemos seguirá tirando de la pretendida herencia siempre que le beneficie pero con la misma legitimidad con que los curas de hoy afirman ser los herederos de la iglesia de las catacumbas, y eso mientras va adaptándose a los usos y costumbres parlamentarios a toda velocidad para evitar que las otras fuerzas políticas la encasillen en una consideración extraparlamentaria en la que al final quizá le aguarde la misma aburrida tradición y actividad que tenía su inmediata antecesora, Izquierda Unida, de la que sí parece ser bastante más heredero que del 15M.

Y es aquí en donde, como para hacer realidad la sospecha de que la indignación no surgiría si alguien no la provocara, reaparece el califa Anguita lanzando anatemas como siempre pero esta vez en contra del PCE y de la IU que él mismo creó y en un artículo de Mundo Obrero. Se ha pasado el tiempo de estas organizaciones, sostiene el que las condujo de fracaso en fracaso (eso sí, alguno brillante si se comparaba con los desastrosos resultados que habían obtenido sus antecesores) y hay que experimentar fórmulas nuevas. Teniendo en cuenta que tampoco parece ya totalmente feliz con Podemos, probablemente porque atisba en él, innobles tendencias a negociar o pactar con el infame enemigo, verdadero paria de la sociedad política, auténtico intocable que es el PSOE, el panorama que el ilustre zahorí adelanta a la izquierda es el de desmantelar todas sus formaciones momentos antes de la batalla afirmando que, de no hacerse ahí, estará perdida.

Sin duda los indignados tienen razones poderosas para sentirse tales y más que van a tener cuando comprueben que estos gobernantes neofranquistas no van a dejarles resollar. Pero una de las más poderosas será comprender cómo algunos sectores y personalidades de la izquierda son neuróticamente incapaces de superar sus odios y rencillas y de poner en práctica una unidad que es tanto más necesaria cuanto más imposible la hace su permanente delirio ególatra.

El de él y el de sus discípulos y seguidores.

dimarts, 5 de maig del 2015

La posmodernidad líquida.


Si fuera necesario encontrar un tono general, un motivo, en los relatos dominantes sobre las distintas fuerzas políticas españolas, estoy seguro de que coincidiríamos en el cuadro siguiente:

El tema del PP es la corrupción y el guirigay de actuaciones judiciales que determinan su universo. Ahora dice Bárcenas que tiene un vídeo en el que se ven agentes de la seguridad del Estado reventando una caja fuerte suya con supuesta información. El Watergate español amenaza convertirse en un waterfallgate.

Del PSOE se escucha folklore andaluz y nada más. El resto es silencio. Oposición de trámite en el Parlamento, sin atreverse a la moción de censura y kermesse heroica por los pueblos de España para nombrar a Sánchez algo así como Vara mayor del reino.

En IU, la noche de Walpurgis. En Podemos, una rapsodia húngara con mucha disquisición teórica y apasionadas agonías, pero con un llamamiento sostenido al epíritu del pueblo. UPyD camina a los sones de una marcha fúnebre hacia la condición de extraparlamentaria, que no sé qué tal se le dará.

Pero, ¿y Ciudadanos? No hay acuerdo. Cada cual apunta por donde le parece y ofrece una imagen distinta. Cada cual pregunta lo que le intriga y las respuestas muchas veces no son consistentes. La oganización ofrece una imagen borrosa, imprecisa, lo que puede ser recomendable para que no te echen en cara los renuncios cuando los cometes, pero es poco aceptable para alguien que lleva casi diez años dando la tabarra con ser una alternativa sin precisar nunca a qué ni cómo.
 
Ciudadanos no tiene teoría ni ideología. Es más, las desprecia y echa mano en cada ocasión a un vademécum, una especie de maletín con recetas de vendedor de elixires con una sospechosa tendencia a parecerse a los principios de Groucho Marx. Ciudadanos es una oferta borrosa, líquida, posmoderna. Sus apariciones en la televisión, apoyadas en la fabulosa capacidad comunicativa de Rivera, no tratan de aclarar los problemas sino de embarullar las soluciones para no perder votos. Es una oferta construida sobre una imagen que todo el mundo comparte. La naturalidad con que se mueve Rivera, la cercanía que trasmite, lo cuelan en los comedores de todas las casas a la hora del café porque no aparece en lo alto de un lejano estrado arengando a las masas, sino charlando de tú a tú con la gente sobre los problemas concretos sobre los cuales, por cierto, no dice nada o dice cosas contradictorias. Pero eso no importa, pues se trata de no perder votos.

Por eso es extraño que haya cometido el error de excluir del nombre a la mitad del género humano. Es cierto que Ciudadanos estará lleno de leones dispuestos a aclarar a los mequetrefes políticamente correctos que ciudadanos engloba a las ciudadanas por mandato de la esencia misma del idioma. Pero está claro que eso es una tontería y quien está dispuesto a fotografiarse en púdicas pelotas no debiera hacer ascos a la grafía ciudadan@s. Aumentaría la fluidez de la oferta líquida, daría una imagen más digital y quizá le garantizara la adhesión de más mujeres.

El carácter líquido, imprevisible, de C's, le viene también de su origen catalán que, en un primer momento, llevó al PP a utilizarlo como arma arrojadiza, dando órdenes a sus comunicadores de subrayarlo como un defecto. La orden era referirse a ellos siempre por el nombre en catalán, incluso a los comunicadores que, como Floriano, ni siquiera sabían pronunciarlo, dejándolo, al parecer, en un penoso ciudatans.

Pues esos catalanes se han echado al ruedo ibérico, pero no como una reedición del viejo catalanismo político o de aquel Partido Reformista Democrático de Miquel Roca, teledirigido por Jordi Pujol. Su pretensión no es gobernar España desde Cataluña sino España, incluida Cataluña, desde España. El Imperio ya no recluta cohortes; tiene que traerlas de allende el limes. Y llegan a Andalucía, con ese aspecto de tecnócratas saintsimonianos (Rivera se da un aire a Enfantin en joven) y se levantan nueve diputados. Y, de pronto, queda claro que la oferta líquida, a la que nadie ha hecho mucho caso hasta hoy, puede estar presente en otros ayuntamientos y comunidades autónomas.

Todos los focos convergen ahora sobre C's y le sacan un pasado lleno de máculas. Que no están tan libres de corrupción como blasonan, que hacen todo tipo de chanchullos con las listas. Bueno, responde el avispado Rivera con sencillez evangélica, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Los críticos de izquierda están especialmente dolidos porque C's trae veleidades de centro izquierda y se apresuran a señalar que el pasado de la organización no solo tiene máculas de corrupción sino militancia directa de Rivera en el PP, colaboración intensa con la FAES y compadrazgo con todo tipo de organizaciones xenófobas y de extrema derecha. Sí, así es. Rivera y sus fluidos seguidores se han fotografiado con un puñado de estafermos nacionales brazo en alto.

Pero tampoco es grave en esta posmodernidad líquida. Muchos dicen que C's quiere ser la UCD de hoy. La mayoría de los de la UCD venía del Movimiento Nacional, empezando por su jefe, que se había pasado su tiempo brazo en alto. Y es curioso, pero colaboraron a traer una democracia muy superior a la del PP de ahora.

(La imagen es una captura del vídeo Desmontando a Ciudadanos en You Tube).

divendres, 1 de maig del 2015

Despegue y aterrizaje, los momentos más difíciles.


Ayer hubo dos bajas sonadas, la de Monedero en la dirección de Podemos, y la de García-Abadillo en la de El mundo. Sonadas, pero no con igual intensidad. La de Monedero por dimisión a petición propia; la de García-Abadillo por destitución, ya veremos si con despido o no. La de Monedero acaparó primeras, lo hará en las de hoy, suscitó declaraciones y reacciones; la de García-Abadillo pasó con pena pero poca gloria. Curioso. Hace escasas fechas, los mentideros se hubieran agitado: después de Pedro J., destituido diz que por presiones del gobierno, la de su sustituto y segundo felón. ¿También por presiones del gobierno o por cálculos empresariales? El periódico no despega. Ya veremos si el nuevo lo consigue. En todo caso está claro que, si lo mediático condiciona lo político, lo político domina lo mediático. La noticia fue Monedero; no García-Abadillo. Además, si Pedro J. sigue siendo Pedro J., a lo mejor hasta le ofrece un empleo en El Español.

La dimisión de Monedero dará lugar a todo tipo de juicios, positivos, negativos, favorables, desfavorables, propios, ajenos, de los mismos interesados, todo lo cual será interesante de considerar pero, a la hora de plantearse su impacto sobre la situación política, es indiferente. Vamos a la dicha situación:

Para las próximas elecciones autonómicas y municipales, la derecha se presenta dividida en dos opciones muy nítidas, PP y Ciudadanos. Al margen de mil consideraciones que se encuentran por todas partes sobre si C's es o no es, si al PP se lo come la corrupción o si, etc., etc., parece razonable pensar que C's recogerá mucho voto transversal y pondrá un dique a lo que los politólogos llaman la la volatilidad entrebloques a cambio de aumentar la volatilidad intrabloque. En resumen, el votante de la derecha tiene dos opciones razonables para votar, distintas, pero no diferentes. Es inteligente. Conviene tener una alternativa porque, si las cosas se ponen muy ásperas con una sola opción, la alternativa es la abstención. La derecha presenta algo parecido a un frente con bastiones compartidos. Por ejemplo, Cataluña. Posición óptima de despegue de un aparato con dos motores que funcionan al unísono.

¿Y la izquierda? Posición de despegue pésima para un aparato con tres motores desacompasados.

Al margen de lo que se decía más arriba, la dimisión de Monedero en uno de los momentos más duros del partido hace mella. De entrada, el triunvirato original está mellado. Y el triunviro que se va es el encargado del programa, nada menos. Así toma cuerpo la idea general de que en Podemos hay una fractura (las "dos almas"), probablemente más, de la que la organización, muy celosa en su política comunicativa, apenas informa. Fractura es crisis. La pésima gestión que se ha hecho de las candidaturas a las municipales, sin conseguir librarse de las incomprensibles peleas internas de IU, han mermado mucho su apoyo electoral. Su peregrinación a la Meca anguitiana en la guerra de los derviches contra el procaz PSOE está restándole el que le quedaba. Si votar a Iglesias es votar a Anguita, el elector racional, es de suponer, votará a Anguita, o sea, de nuevo a IU.

Quizá de ese modo IU recupere algo del apoyo electoral que empezó a perder a chorros con el efecto sifón de Podemos. Serían votos migrantes que acudirían a las siglas IU porque, si empezasen a preguntar de qué sectores, tendencias o grupos de IU estaba hablándose, a lo mejor se arrepentían. A lo largo del proceso de precampaña electoral, IU ha estado escenificando su suicidio. Al gori gori de la presunta defunción ha venido a añadir un toque romántico el inefable Anguita, que es como el fantasma de Canterville de IU. Llevaba quince años sin dar un mitin y reapareció en las elecciones andaluzas a decir a su auditorio que votara a Podemos pero no al PSOE.

A su vez, el PSOE parece el negociado de asuntos de trámite. Atacado por las dos otras izquierdas, equiparado a su adversario que lo ningunea y lo desprecia a partes iguales, lleva una plácida existencia, presentando peticiones de comparecencia de auténticos pillastres cogidos con las manos en la masa que son sistemáticamente rechazadas. Dicen que Pedro Sánchez va a echarse a esos caminos de España, a participar en multitud de actos electorales en pro de los candidatos locales y también para darse a conocer, porque estas elecciones se leerán como signo de su idoneidad para encabezar al partido en las elecciones generales. Su liderazgo, vamos. O sea, las elecciones autonómicas y locales son como un preludio de las primarias. Asuntos domésticos con varios hipotéticos candidatos velando armas.

Así pues, un aparato de tres motores que funcionan cada uno a su aire. No es la posición óptima para el despegue. Por eso, ¿no estaría puesto en razón tratar de acompasar en algo los motores? Por ejemplo, las tres fuerzas podrían comprometerse sin desdoro para la pureza de sus principios a considerar prioritarias todas las posibles alianzas que puedan hacer las izquierdas tras el resultado electoral. Dicho sea sin ánimo de ofender a nadie. En último término, los votantes, seguramente en mayoría de izquierda agradeceríamos que los dirigentes dejaran de disfrazar sus manías y ambiciones personales con disquisiciones teóricas de las que, en fondo, no saben nada. 

(La imagen es una foto del Gobierno Federal de los Estados Unidos en el Public Domain).